Por Javier Ruiz
Foto de El Digital de Albacete.
El niño de Málaga que se ha vuelto hombre ante nuestros ojos acabó con todo. Arrasó literalmente con su gracia, sencillez y maestría
Me cuentan los de Albacete que desde la creación del Júcar no había llovido tanto seguido como la tarde del sábado, el día de Gigantes, en que Alejandro Sanz y Pablo Alborán subieron al escenario del Carlos Belmonte, con Rozalén de telonera. Allí parecía que en cualquier momento podrían aparecer Cousteau y sus calamares… Qué manera de llover. Camino del concierto, por La Gineta, vi pasar a Noé en el grupo de músicos de Pablo Alborán. Pensé que salíamos en barca y que la A-31 se disolvía como un terrón de azúcar.
A la llegada, me sorprendió que a la hora del concierto la cola para entrar era todavía más larga que aquella que se inventó la Once con el Cuponazo. Pensé, como en el anuncio, que si uno se iba para atrás, todos caerían como fichas de dominó. La fila llegaba hasta la fábrica de los miguelitos de La Roda y eso, claro, al personal, junto a la lluvia, lo encabronó un tanto. Sin embargo, fue salir Rozalén y se acabaron las penas.
La hija de Cristóbal nos tiene conquistados a unos cuantos desde hace tiempo. Por qué las hadas existen en esa cabecita suya tan brillante… Tiene una voz inconfundible y se la veía emocionada en el Belmonte. Nadie es profeta en su tierra, salvo excepciones… Y Rozalén parece una de ellas con su sencillez y bonhomía. Arriba, en la zona de invitados, los anfitriones recibían encantadores. Globalcaja se ha convertido en una entidad potentísima cuya presencia y participación en los actos de la región es constante. Por allí andaba Pelayo, incombustible e igual que hace veinte años; Chapresto, con su gracejo sureño y la inteligencia preclara de quien es capaz de explicar lo que es un fondo de inversión por la radio como quien da una receta de cocina; Antonio González, todo un lord inglés; y Pedro Palacios, que se le notaba contento, satisfecho… Con su cara de niño bueno, el director general ha cerrado de golpe una gran operación para la caja. Se zampa dieciocho oficinas de la antigua Caja Murcia y pasan todas a Globalcaja. Es la única vez que conozco que el trasvase funciona al revés.
Y abajo, entre las canoas y el Capitán Pescanova, apareció Pablo Alborán. Y la noche ya mudó. Daba igual que lloviera o tronara… El niño de Málaga que se ha vuelto hombre ante nuestros ojos acabó con todo. Arrasó literalmente con su gracia, sencillez y maestría. Qué talentazo tiene este chico. Puso en marcha sus pasos de cero y fue como si un espíritu órfico e iniciático blandiera el Belmonte entero. Dicen que canta para las niñas… Es mentira; este país se muere de envidia antes que de viejo. Pablo Alboránpuede ser perfectamente el Julio Iglesias o el Raphael de mañana… Además, qué coño, que todos guardamos algo de quinceañeros en un rincón del fondo del alma. Soberbio su directo, cuidadísima la acústica y un guitarreo final que a los flamencos terminó de quemar las palmas. Qué arte, hijo.
Y Alejandro, que es otro cantar, porque es como si del Ponto llegara despierto un héroe prístino, inmaculado. Si con treinta y tres años, su homónimo conquistó el mundo conocido entonces, éste con diecisiete lo reventó. Y lo bueno es que siguió… Y lo ha hecho con una evolución impresionante, abriendo sus venas en canal para que observemos cómo la música fluye por ellas… Con él hemos visto el paso de un artista de la potencia al acto. Yo mantengo que el Corazón Partío es el tema del siglo XXI… No se puede decir tanto con tan poco y al compás. Clavado, redondo. Lo cantó con Rozalén, que se veía con zapatos nuevos. Cómo sería, que hasta dejó de llover. Su final rapero pisando fuerte nos puso como al principio, con ganas de marcha, como si no hubieran pasado seis horas desde que la caja de música abriera. Alejandro se despidió y fue la marcha de un gigante en la inmensidad. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que en los pies teníamos acuarios y en las axilas piscifactorías.
No faltó nadie de la comidilla. Poner negritas aquí y ahora sería gastar tinta, porque terminaría antes diciendo los que no estuvieron. Sí que cito a Marcial Marín, calado hasta las cejas, gafas mojadas y mirada melancólica. “Tanto trabajo para…”. Está contento, pese a todo. Dice que no hace más que ayudar al ministro, que es un crack. El turrón se lo come en la administración, aunque tras las elecciones ya veremos si no vuelve a Campollano. A un tris estuvo porque nadie lo llamaba. Tiene narices que para un político que existe que viene del ámbito privado y sabe lo que es la empresa, los orgánicos de la administración y el culto al líder no le encontrasen hueco.
Albacete empieza hoy su feria, que es la exaltación cumbre, máxima y supina del manchegueo. Los que somos de la cepa es como si sintiéramos la llamada de la selva. Acudiremos al Ferial como un morito a La Meca, a saber si todo sigue igual, si los redondeles rebosan cal y patio, a ver la Virgen de Los Llanos, a comer miguelitos y bailar seguidillas… El Tío la Vara, la Blasa, la del Visillo, Almodóvar y Muchachada cruzan la Puerta de Hierros varias veces al día. Quienes doblaron las del cielo fueron Pablo y Alejandro. Y se las dejaron abiertas en forma de nube inquieta.
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Foto de El Digital de Albacete.
El niño de Málaga que se ha vuelto hombre ante nuestros ojos acabó con todo. Arrasó literalmente con su gracia, sencillez y maestría
Me cuentan los de Albacete que desde la creación del Júcar no había llovido tanto seguido como la tarde del sábado, el día de Gigantes, en que Alejandro Sanz y Pablo Alborán subieron al escenario del Carlos Belmonte, con Rozalén de telonera. Allí parecía que en cualquier momento podrían aparecer Cousteau y sus calamares… Qué manera de llover. Camino del concierto, por La Gineta, vi pasar a Noé en el grupo de músicos de Pablo Alborán. Pensé que salíamos en barca y que la A-31 se disolvía como un terrón de azúcar.
A la llegada, me sorprendió que a la hora del concierto la cola para entrar era todavía más larga que aquella que se inventó la Once con el Cuponazo. Pensé, como en el anuncio, que si uno se iba para atrás, todos caerían como fichas de dominó. La fila llegaba hasta la fábrica de los miguelitos de La Roda y eso, claro, al personal, junto a la lluvia, lo encabronó un tanto. Sin embargo, fue salir Rozalén y se acabaron las penas.
La hija de Cristóbal nos tiene conquistados a unos cuantos desde hace tiempo. Por qué las hadas existen en esa cabecita suya tan brillante… Tiene una voz inconfundible y se la veía emocionada en el Belmonte. Nadie es profeta en su tierra, salvo excepciones… Y Rozalén parece una de ellas con su sencillez y bonhomía. Arriba, en la zona de invitados, los anfitriones recibían encantadores. Globalcaja se ha convertido en una entidad potentísima cuya presencia y participación en los actos de la región es constante. Por allí andaba Pelayo, incombustible e igual que hace veinte años; Chapresto, con su gracejo sureño y la inteligencia preclara de quien es capaz de explicar lo que es un fondo de inversión por la radio como quien da una receta de cocina; Antonio González, todo un lord inglés; y Pedro Palacios, que se le notaba contento, satisfecho… Con su cara de niño bueno, el director general ha cerrado de golpe una gran operación para la caja. Se zampa dieciocho oficinas de la antigua Caja Murcia y pasan todas a Globalcaja. Es la única vez que conozco que el trasvase funciona al revés.
Y abajo, entre las canoas y el Capitán Pescanova, apareció Pablo Alborán. Y la noche ya mudó. Daba igual que lloviera o tronara… El niño de Málaga que se ha vuelto hombre ante nuestros ojos acabó con todo. Arrasó literalmente con su gracia, sencillez y maestría. Qué talentazo tiene este chico. Puso en marcha sus pasos de cero y fue como si un espíritu órfico e iniciático blandiera el Belmonte entero. Dicen que canta para las niñas… Es mentira; este país se muere de envidia antes que de viejo. Pablo Alboránpuede ser perfectamente el Julio Iglesias o el Raphael de mañana… Además, qué coño, que todos guardamos algo de quinceañeros en un rincón del fondo del alma. Soberbio su directo, cuidadísima la acústica y un guitarreo final que a los flamencos terminó de quemar las palmas. Qué arte, hijo.
Y Alejandro, que es otro cantar, porque es como si del Ponto llegara despierto un héroe prístino, inmaculado. Si con treinta y tres años, su homónimo conquistó el mundo conocido entonces, éste con diecisiete lo reventó. Y lo bueno es que siguió… Y lo ha hecho con una evolución impresionante, abriendo sus venas en canal para que observemos cómo la música fluye por ellas… Con él hemos visto el paso de un artista de la potencia al acto. Yo mantengo que el Corazón Partío es el tema del siglo XXI… No se puede decir tanto con tan poco y al compás. Clavado, redondo. Lo cantó con Rozalén, que se veía con zapatos nuevos. Cómo sería, que hasta dejó de llover. Su final rapero pisando fuerte nos puso como al principio, con ganas de marcha, como si no hubieran pasado seis horas desde que la caja de música abriera. Alejandro se despidió y fue la marcha de un gigante en la inmensidad. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que en los pies teníamos acuarios y en las axilas piscifactorías.
No faltó nadie de la comidilla. Poner negritas aquí y ahora sería gastar tinta, porque terminaría antes diciendo los que no estuvieron. Sí que cito a Marcial Marín, calado hasta las cejas, gafas mojadas y mirada melancólica. “Tanto trabajo para…”. Está contento, pese a todo. Dice que no hace más que ayudar al ministro, que es un crack. El turrón se lo come en la administración, aunque tras las elecciones ya veremos si no vuelve a Campollano. A un tris estuvo porque nadie lo llamaba. Tiene narices que para un político que existe que viene del ámbito privado y sabe lo que es la empresa, los orgánicos de la administración y el culto al líder no le encontrasen hueco.
Albacete empieza hoy su feria, que es la exaltación cumbre, máxima y supina del manchegueo. Los que somos de la cepa es como si sintiéramos la llamada de la selva. Acudiremos al Ferial como un morito a La Meca, a saber si todo sigue igual, si los redondeles rebosan cal y patio, a ver la Virgen de Los Llanos, a comer miguelitos y bailar seguidillas… El Tío la Vara, la Blasa, la del Visillo, Almodóvar y Muchachada cruzan la Puerta de Hierros varias veces al día. Quienes doblaron las del cielo fueron Pablo y Alejandro. Y se las dejaron abiertas en forma de nube inquieta.
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