Pablo Alborán: "Sería fantástico juntarnos todos los artistas en concierto por los refugiados"

Por Daniel Lumbreras / Faro de vigo.

Pablo Alborán, uno de los cantautores que arrolla en la escena pop rock nacional se encuentra actualmente envuelto en su gira "Tour Terral".
-¿Siente que hay gente que lo encasilla por sus baladas?
-Sí, todos encasillamos. Si no es por mis baladas será por otra cosa, la gente necesita situar a los artistas. En la radio me han sacado, más que baladas, canciones de amor. No quiere decir que todo sea así. Es la verdad, le canto al amor, pero en mis discos hay de todo. No sólo balada, también otros géneros y temáticas.
-¿Problemas con la fama?
-No, como tales no. No quiero considerarlo un problema porque todavía no lo es. Cuando me paran, cuando se hace complicada una salida, uno acepta que viene con la profesión. Cuando vas a la playa o al cine y no puedes, no te vas a dar contra la pared. Al final vas y haces tu vida normal, que la gente vea que tienes las costumbres de un chaval de tu edad. Si no, al final no sales de casa.
-¿Un detalle de sus fans que le haya llegado?
-Que están haciendo colas hace días y me encantaría poder estar ahí, abrazarlas, hacer algo. Se turnan, los padres les llevan la comida... Alucino, aguantan lluvia y calor con tal de estar lo más cerca posible en el concierto. Me emociona y me sigue chocando. Las cartas, las cosas que me cuentan, confidencias... Me tratan como si fuera de la familia, algo que a mí me costaría con un desconocido. Cuando me dicen cómo la música ha podido ayudar a un niño enfermo... Esas cosas me siguen paralizando, me mueven por dentro. En mi día a día soy muy normal y cuando te hacen partícipe de estas cosas... ¡Guau! Es muy fuerte.
-¿Qué le pareció la polémica con Matisyahu en el Rototom?
-Opino que la música está por encima y debería estar más por encima desde el principio. Estuve viendo en Sevilla a Daniel Barenboim, cómo unía a palestinos e israelíes en una orquesta. Un violinista era amigo mío y era emocionante contemplar cómo las emociones estaban por encima de todo. Se sentían identificados, había mucha empatía, era espectacular. La música debería unir; sería muy utópico, pero ojalá.
-¿Valoran la sociedad y el Gobierno a los cantautores?
-El arte, con lo que está haciendo con el IVA, el Gobierno no lo valora. El 21 por ciento provoca que no se vuelva a crear y la gente joven no tiene llegada a promotores. Estoy completamente en contra. No sé lo que el Gobierno opina de los cantautores, pero con el IVA ya me lo dicen. La sociedad sí nos valora, no puedo decir lo contrario. No estamos en la época que vivió Serrat. Yo, al menos, necesito tener cantautores en mi lista de músicos y escuchar la visión del resto.
-¿Surgirá alguna iniciativa solidaria desde el mundo de la música para los refugiados?
-No estaría nada mal. Tengo un amigo, Hernán Zinc, que hace documentales. Automáticamente cogió la cámara y se fue para allá porque sintió esa necesidad. Tengo la misma sensación: si a través de la música se puede ayudar, por supuestísimo. Yo estoy con la causa del cáncer infantil, se tendrían que hacer conciertos benéficos de tantas cosas en España.Un concierto benéfico para los refugiados sería fantástico, pero no yo solo, sino con todos.


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